"Dichosa edad y siglos dichosos aquéllos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados, y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío"   Don Quijote de la Mancha

miércoles, 23 de enero de 2013

España mítica


[...] Año 2030. España forma parte de los llamados Estados Unidos de Europa desde hace más de 15 años. En el inicio, allá por el 2015, los Estados Unidos de Europa se unen con unas pretensiones muy claras: construir un gran estado europeo que tenga como objetivo principal la igualdad de derechos y obligaciones entre todos los Estados miembros. Pero lo que nace como un ideal, con el paso del tiempo queda enterrado por el egoísmo y la avaricia de algunos. Los mini-estados más fuertes toman posiciones desde el inicio de la carrera, y hoy, 15 años después, disfrutan de una ventaja que resulta inalcanzable para algunos de los Estados miembros.

España no está ahí; está sin embargo en la cola del pelotón. Las ilusiones puestas en un principio se han desvanecido. Los españoles se sienten engañados. Muchos de ellos se consideran explotados. Han visto desde el año 2015 cómo disminuye su poder adquisitivo. Han visto incrementar su carga impositiva año a año. Las jornada laboral ha vuelto a aumentar a 10 horas como antaño. No hay paro pero la gente se empobrece y el consumo se reduce a mínimos en 50 años.

La sociedad no aguanta más. Está dividida. Una buena parte aboga por salirse de los Estados Unidos de Europa. Muchos ciudadanos consideran que les iría mucho mejor por su cuenta, sin estar vinculados a esas obligaciones que han ido cambiando con el paso del tiempo. Alemania y Francia escuchan, oyen las protestas españolas y les envían un mensaje muy claro. “Ustedes no pueden decidir de manera unilateral salirse de los Estados Unidos de Europa. Es una decisión que debemos tomar todos porque el hecho de que os vayáis nos afecta a los demás”.

Pero los españoles no son tontos; saben perfectamente que los demás estados no van a permitir que España se vaya. Alemania, Francia, Austria y algunos otros se están beneficiando de la situación española. España les exporta muchos productos a precios muy bajos. Los estados vecinos disfrutan de una calidad de vida de ensueño para una España que trabaja mucho; sí, trabaja mucho pero por sueldos miserables.

Ante un estallido social que va en aumento el gobierno español decide recorrer Europa. Se reúne con el dirigente francés, con el alemán, con el inglés y con muchos otros. Se queja ante ellos. Les comunica su disconformidad, la injusticia tan terrible que está cayendo sobre la sociedad española. Pero los estados vecinos miran para otro lado. Niegan las palabras del dirigente español. Ven a España como un país privilegiado. “Es el país con más empresas y fábricas de los Estados Unidos de Europa. Es el país en el que más se ha invertido en infraestructuras. Es el único país que no tiene paro. No tenéis derecho a quejaros, sois unos desagradecidos” le “escupe” el dirigente alemán a nuestro presidente.

Ante tal experiencia, el dirigente español regresa dolido a su país. Mediante un impulso de rebeldía, envía a la sociedad un mensaje claro y contundente: “Españoles, haremos un referéndum. Si votáis a favor, nos independizaremos de los Estados Unidos de Europa a pesar de lo que digan nuestros vecinos”. [...]

Esta es la crónica exagerada de una España mítica en el año 2030. Una España que tiene la percepción de que una vida al margen del Estado mejoraría sus condiciones de vida. Y es una percepción porque la realidad puede ser otra dependiendo de quien la mire. Basta con escuchar la crónica que hacen los estados vecinos sobre esta mítica España. Nada tiene que ver con la percepción de la sociedad española.

En ocasiones no es posible encontrar una verdad absoluta. Nos tendremos que conformar con una verdad relativa que estará determinada por la percepción que tengamos de las cosas. Nada tiene que ver Cataluña con esta mítica España excepto en un cosa: la percepción que tienen algunos de que es mejor vivir sólo que mal acompañado. ¿Cuántos de los que hoy niegan el derecho a decidir de los catalanes negarían también el derecho a decidir de los españoles en esta España mítica?. ¿De qué depende poder decidir o no poder decidir? ¿Acaso el hecho de que Cataluña haya pertenecido siempre al Estado español y esa mítica España no haya pertenecido desde siempre a esos Estados Unidos de Europa, es lo que justificaría la negación del derecho a decidir a Cataluña? El derecho a decidir está relacionado con la libertad, y más concretamente con la prioridad de las libertades. La libertad no entiende de verdades ni de mentiras, de realidades ni de apariencias; entiende de voluntades. Ya lo decía Victor Hugo: "La libertad es, en la filosofía, la razón; en el arte, la inspiración; en la política, el derecho".

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